Conocidos son los detalles de la vida de algunos maestros del arte, que plasmaban sus angustias, anhelos, o dramas personales en las obras que creaban. De hecho, a través de los siglos, todavía se habla de los misterios que esconden los cuadros más famosos en la historia de la pintura.
Da Vinci, Van Gogh, Dalí, Velázquez, Goya, Botticelli, Vermeer, son sólo algunos de los artistas por los cuales han girado una serie de teorías acerca del origen de sus obras. Si bien de algunos se han podido verificar las hipótesis, es cierto que otros seguirán siendo un misterio para el mundo.
La joven de la perla:
Esta obra de Johannes Vermeer es una de las más reconocidas del artista, y en torno a ella se han configurado varias teorías sobre la identidad de la protagonista, la que hasta ahora es desconocida. Se dice que es María, la hija mayor de Vermeer, quien nació en 1654, aproximadamente de la misma edad de la joven de la pintura. También aseguran que es la hija del comisario principal de Vermeer.
Sin embargo, la que cobra más fuerza es aquella que acuñó Tracy Chevalier en 1999 con su novela La joven de la perla, llevada al cine en 2003, la cual señala que se trata de Griet, la sirvienta del artista.
Las meninas
Es considerada la obra maestra del pintor del siglo de oro español, Diego Velázquez, cuyo tema central es el retrato de la infanta Margarita de Austria, la cual se encuentra en primer plano. Junto a ella están sus sirvientes o “las meninas”, pero además, en el cuadro hay más personajes, como el mismo artista pintando.
Precisamente el misterio de esta obra radica en lo que no se ve, es decir, lo que está pintando Velázquez. Algunas de las hipótesis sostienen que el sevillano retrata al Rey Felipe IV y a su segunda esposa Mariana de Austria a gran formato, razón por la que los monarcas se reflejan en el espejo. Por otro lado, hay quienes creen que el pintor busca que la gente que observe el cuadro sienta que es a él a quien están retratando.
El grito
¿Qué representa este cuadro? ¿Qué es lo que está haciendo la figura? ¿Grita o escucha un alarido? Éstas son sólo algunas de las preguntas que rondan la obra maestra de Edvard Munch. Algunos indican que se debe encontrar el origen en la vida del mismo autor, hijo de un padre muy severo y cuya infancia fue marcada por las ideas religiosas de éste, además de la muerte de su madre y una hermana con trastorno bipolar que murió cuando Munch tenía 15 años.
Sin embargo el propio Munch detalla su inspiración en un diario escrito en 1892: “Paseaba por un sendero con dos amigos – el sol se puso – de repente el cielo se tiñó de rojo sangre, me detuve y me apoyé en una valla muerto de cansancio – sangre y lenguas de fuego acechaban sobre el azul oscuro del fiordo y de la ciudad – mis amigos continuaron y yo me quedé quieto, temblando de ansiedad, sentí un grito infinito que atravesaba la naturaleza.”
Los expertos indican que ese lugar es un mirador donde se podía observar el paisaje de Kristiania, Oslo, desde la colina de Ekeberg. En ese sitio habrían ocurrido numerosos suicidios, y se podían escuchar los bramidos de un matadero cercano, así como también los alaridos de pacientes de un manicomio, donde su hermana fue internada.
Pareciera que fuera ese oscuro atardecer y los conflictos vividos lo que atormentaba a Munch, contribuyendo a aquel grito mudo encerrado en el lienzo. No obstante, existe otro debate: las manos de la figura parecen estar cubriendo las orejas, protegiéndolas de un grito. Pero también podría estar asiéndose la cabeza, gesto clásico de un grito.
Los discípulos de Emaús
El pintor italiano Caravaggio es el autor de este cuadro, y es considerado una de sus obras maestras. En éste se retrata el momento cumbre de la acción del episodio descrito en el Evangelio de Lucas.
Caravaggio tuvo una notable habilidad para expresar en determinadas escenas de insuperable viveza la llegada de un momento crucial. En Los discípulos de Emaús, expresa el momento en que Cristo, haciéndose pasar por un viajero, se reúne con sus discípulos para compartir su alegría. El cuadro se centra en los ojos de Jesús, puesto que no perciben sus seguidores la verdad. Al final, se descubre que Él es el Salvador resucitado, con lo que Caravaggio logró su más grande acierto en materia de pintura sacra.
Se dice que se trata de una cena más, pero se tiene la sospecha de que en realidad corresponde a un detalle de la Última Cena, donde Jesús no tenía barba y donde la sombra de la cola de un pescado sobresale de la canasta de frutas.
La Mona Lisa
La Gioconda es el cuadro más famoso del mundo. Está en el Louvre de París y millones de personas llegan a mirar la obra de arte de Leonardo Da Vinci anualmente. Sin embargo, su fama no está basada sólo en la técnica empleada o en su belleza, sino que también en los misterios que giran en torno a ella, sobre todo por las suposiciones que se han efectuado respecto a la identidad de la protagonista.
Se dice que se trata de la mamá de Leonardo, de una amiga o amante de Juliano II de Médicis, de Isabel de Aragón o de Constanza d’Avalos, duquesa de Francaville. Otros sostienen que la modelo pudo ser una amante de Da Vinci, un adolescente vestido de mujer, un autorretrato del autor en versión femenina o incluso, una simple mujer imaginaria.
Sin embargo la teoría más realista es que corresponde a un retrato de Lisa Gherardini, esposa del acaudalado comerciante Francesco del Giocondo. De hecho, en el Louvre la obra se titula Retrato de Lisa Gherardini, esposa de Francesco del Giocondo.
El debate está en varios otros puntos: el enigma de la supuesta sonrisa, ya que se desconoce si de verdad sonríe o el gesto es de amargura. Esto debido a que su expresión cambia al mirar el cuadro desde distintas perspectivas por el juego de sombras. Asimismo, hay investigadores que aseguran que la modelo estaba embarazada por la posición de las manos en su vientre.
Fuente
viernes, 27 de junio de 2014
Los misterios que esconden 5 conocidas obras de arte
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario